Relatos desde la bruma

Alejado, misterioso, se refugiaba entre la niebla. Era un guardián.

Y los grajos que lo rodeaban eran tan grandes como criaturas aladas de una era olvidada, medio ave, medio sombra. Sin dejar de dar vueltas alrededor y de graznar, daban aviso de tormenta.

La humedad crecía con cada movimiento de la enorme masa de agua negra, azotando la marea contra la pared de piedra. Una batalla de gigantes.

Se abrió la puerta de la torre del centinela con un crujido seco y salió un marinero, que vestía una camisa que alguna vez fue blanca, ahora raída y marchita por la sal, manchada de rojo. Una de las mangas había desaparecido en pedazos, y la otra que colgaba de un hilo, se balanceaba con el viento dejando parte de su brazo ensangrentado, a la vista.

Intentó caminar, paso a paso, pero las piernas no respondían y su orientación se había desvanecido junto con su voluntad. Tropezó una vez, y otra, hasta que el cuerpo decidió rendirse.

Se desplomó de frente, y al tocar la arena húmeda, exhaló su último aliento. Como si el golpe y el suspiro hubieran sido parte de un mismo gesto final.

Entonces la tormenta descendió. Como una bestia con hambre, cubrió al marinero con su manto oscuro y lo arrastró hacia el mar. Devolviéndolo al origen. Ahí donde yacían los otros, los que también habían intentado escapar.


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“Fix You” adaptada al español